Una pérdida de presión de agua puede parecer un problema menor, pero lo cierto es que complica tareas tan cotidianas como ducharse, fregar los platos o poner la lavadora. Cuando el caudal disminuye sin motivo aparente, algo no va bien. En muchos casos, el origen está en una fuga de agua. Detectarla a tiempo evita daños en la instalación y costes adicionales. 

Algunas fugas de agua pueden localizarse de forma sencilla. Por ejemplo, aquellas que se producen en la tubería que sale del fregadero de tu cocina. Pero, otras, como las que ocurren en las tuberías enterradas, son más difíciles de detectar. No obstante, hay ciertos indicios que pueden indicarnos que hay una avería en nuestra red de cañerías.  

Las bajantes, que canalizan el agua desde los diferentes pisos hacia la red de saneamiento, pueden sufrir roturas o fisuras y causar problemas serios en todo el edificio. Por eso, resulta esencial localizar fugas en bajantes y así garantizar la seguridad del edificio.